16 mar 2011

LOS SOFISTAS Y SÓCRATES (IX): Sócrates


Sócrates (470 – 399 a. C.) nació, vivió y murió en Atenas, ciudad de la que solo se ausentó para cumplir sus deberes como ciudadano (participando como soldado de infantería). Vivió la época más destacada de la historia de Atenas, bajo el gobierno de Pericles, así como la rápida caída y decadencia que le siguió tras su muerte. Este hecho, este declive en el gobierno y gestión de su amada ciudad, es el que definirá su filosofía al erigirse precisamente como un intento de sofocar tal decadencia para dirigir de nuevo a Atenas y sus habitantes hacia la virtud y la armonía.

Parece ser que desde muy joven destacó como maestro de la argumentación, dotado de una habilidad con la palabra que le permitía exponer con destreza sus demostraciones, además de hacer sus discursos muy atractivos y divertidos con el uso de la ironía.

Precisamente, como veremos al analizar el método socrático, era ese uso de la ironía el arma con la que pretendía combatir la “ignorancia popular” e, incluso, el conocimiento de aquellos que se autoproclamaban “sabios”. El problema, para Sócrates, es que quien cree tener verdadero conocimiento sobre algo, normalmente, no tiene más que una opinión equivocada al respecto ya que la mayoría de hombres no someten a análisis y examen sus propias creencias. A ojos de Sócrates, la Verdad (con mayúsculas) no es algo que se consiga sin más y por ello quien crea estar en posesión de la misma sin haber filosofado, estará irremediablemente equivocado.

Esta forma de pensar, sumada a la práctica habitual de incordiar a sus conciudadanos haciéndoles ver que no saben nada de aquello que creen saber, hizo de Sócrates un personaje realmente molesto para, sobre todo, algunas figuras notorias y de relevancia política que veían en el filósofo a un auténtico agitador de masas. Sócrates no se cortaba un pelo si tenía que criticar a este o aquel personaje, ocupase el cargo que ocupase, si consideraba que hacía una mala gestión de su cargo debido a su propia ignorancia. Evidentemente, esto no sentaba nada bien al individuo que era criticado por el filósofo y poco a poco Sócrates se granjeó no pocas enemistades. Finalmente, sus enemigos celebrarán con gozo la ejecución de Sócrates al que juzgarían por despreciar a los dioses y corromper a la juventud.

Sócrates no escribió obra alguna. Como veremos más tarde, alguien que enuncia “Solo sé que no sé nada” no considera que tenga muchos conocimientos que enseñar. Su legado será un método formal para alcanzar la verdad por nosotros mismos (“Conócete a ti mismo”) y, para desgracia de los especialistas, la filosofía de Sócrates ha de ser estudiada a través de sus fuentes y no directamente:

1) Platón: Con sus “Diálogos”, es la fuente principal para estudiar su pensamiento. Esta fuente presenta el problema de que, al ser Platón un filósofo que continuo y amplió el pensamiento de su adorado maestro (Sócrates, por supuesto), en ocasiones se hace difícil identificar dónde acaba la filosofía de Sócrates y dónde empieza la suya.

2) Jenofonte: Es la segunda fuente socrática en importancia. Su retrato de Sócrates coincide con el de Platón en el hecho de señalarlo como un sabio absolutamente centrado y dirigido hacia el conocimiento certero y la búsqueda de la virtud, pero en cambio introduce rasgos de su personalidad que lo humanizan y, en algunos casos, lo vulgarizan como hombre. Este hecho para muchos sirve de contrapartida a la excesiva idealización de su figura que hizo Platón, pero para otros simplemente da cuenta de que Jenofonte no poseía el talento necesario (como sí lo poseyó Platón) para comprender y explicar las enseñanzas de un genio como Sócrates.

3) Aristófanes: Fue un autor de comedias que en una de sus obras, “Las nubes”, introducía a Sócrates como personaje, plasmándole como un sofista más que utilizaba la retórica y el arte del discurso para engatusar a los demás.

4) Aristóteles: Curiosamente (y quizás por ello), aunque no conoció a Sócrates directamente, es considerado muchas veces como la fuente más objetiva para estudiar y, sobre todo, matizar el pensamiento socrático. De hecho, si antes señalábamos la dificultad de separar qué dijo Sócrates y qué Platón, Aristóteles supone la principal referencia para llevar esto a cabo, al identificar con sus comentarios hasta dónde llegó Sócrates y qué novedades introdujo su propio maestro (Platón).

Sea como sea, hay puntos del pensamiento socrático acerca de los que nadie duda y que se sabe con certeza que conformaron la particular, peculiar y, a la postre, importantísima aportación de Sócrates a la Filosofía. Con él, para la mayoría (yo no soy de la misma opinión), nace la Filosofía tal y como la entendemos y gracias a Sócrates esta disciplina da el salto para convertirse en ciencia, en auténtica ciencia que puede describir y hacernos comprender cuál es el camino hacia la Verdad, el Bien y la Virtud.




"No tuvo necesidad de peregrinar como otros, sino cuando así lo pidieron las guerras. Fuera de esto, siempre estuvo en un lugar mismo, disputando con sus amigos, no tanto para rebatir sus opiniones, cuanto para indagar la verdad."
Noticia recogida por Diógenes Laercio sobre Sócrates

No hay comentarios: